Capítulo I. Aldea Silvestre
Lord Adkins y su séquito fueron acogidos en Fortaleza Sur, una de las baronías de Rembrand. Debido a la situación de debilidad del noble, Christine, su mujer, pidió a los Landcaster que visitaran Aldea Silvestre para acallar un pequeño levantamiento de campesinos, probablemente nacido de la falta de atención por parte del Conde de Montenor hacia sus tierras. Una vez en la zona, el grupo de Landcaster se reunió con el líder de la revuelta en el ayuntamiento de la aldea. Mientras discutían un trato, el muchacho se desmayó y empezó a temblar. Murió a los pocos minutos en extrañas circumstancias. El séquito se vio obligado a huír pues serían inculpados de su muerte.
Capítulo II. El Cuervo y el Jabalí
Un hombre llegó herido a Fortaleza Sur, alegando que Lady Christine se había vuelto loca y les había atacado. Él era el único superviviente. Se habían quedado en la Mansión Vernolde para supervisar las acciones de Lord Adkins en relación a Aldea Silvestre, pero todo había degenerado. El séquito fue enviado a visitar el caserón y se encontraron con la puerta cerrada. Cuando pudieron penetrar en él, todo estaba a oscuras y hedía a cadáver. Llegaron a la habitación de Christine. En su interior no había nada más que un gran espejo. Cuando entraron en la habitación, quedaron atrapados por la aparición instantánea de otro cristal. Tardaron en salir, pero cuando lo hicieron, se encontraron con la otra mitad del séquito enzarzada en una pelea contra Lady Christine. Estaba usando magia oscura para atacar al grupo. Varios de los miembros de este tuvieron visiones. Un cuervo picoteando los restos de un jabalí descompuesto. Finalmente, Christine pereció y murió en manos del séquito de Landcaster.
Capítulo III. Juego de Espejos
Lord Adkins supo que Lord Rembrand Montenor había sido trasladado a la Mansión Montenor por motivos de salud. Decidió ir al lugar para informar de todo lo sucedido y dar explicaciones de la muerte de Lady Christine. Estaba dispuesto a dar el aviso a la Iglesia de la Luz para que asumiera el caso. Cuando el Señor Landcaster y su séquito llegaron a la mansión se encontraron con Lord Rembrand empotrado en la cama sin poder moverse y a su querida esposa Christine junto a él. Lady Vernolde estaba confundida en relación a las preguntas que el séquito lanzaba. La situación era completamente estrambótica. Además, curiosamente todos los espejos de la Mansión Montenor habían sido retirados, tapados o rotos. Lady Christine llevaba un cuervo brodado en su vestido; el símbolo de su familia. Víctor, el hijo de los Montenor, gritó. Al parecer tenía pesadillas. Lady Christine prohibió a cualquier miembro de Landcaster que vieran al chico. El séquito fue obligado a retirarse y a acampar. Durante el día siguiente el séquito se infiltró en la mansión para contactar con Víctor Montenor. El jóven hablaba a través de los espejos con un demonio.
Capítulo IV. Caza de Brujas
Víctor fue trasladado a Fortaleza Sur a espaldas de Lord Rembrand y Christine Vernolde. Hasta que el caso no se resolviera, el chico tenía que estar a salvo de sí mismo. Días después, el séquito se dirigió al Claro de Suldabad, lugar desconocido hasta la fecha donde habían sucedido varias desapariciones, sobretodo de niños. El grupo identificó a varias mujeres realizando un ritual de sangre. Cuando estas fueron descubiertas, huyeron en dirección a las granjas de Fortaleza Sur. Durante días, el grupo se dedicó a identificar a las brujas. Fueron quemadas con la venia de la Iglesia de la Luz, que se mantenía informada del caso a través de Lord Adkins. Con la purga completada, Víctor fue devuelto a su família.
Capítulo V. Viejos Amigos
La Casa Montenor invitó a una gran cena a la Casa Landcaster en agradecimiento a lo que habían hecho por su hijo. Durante el banquete, Víctor Montenor estuvo jugando con el reflejo de los brillantes cubiertos de plata. En un acto de incomprensible violencia, el muchacho hundió su cuchillo en el vientre de Lady Christine e intentó lo mismo con Lord Rembrand. El demonio aún estaba allí. Mientras todo esto ocurría, un grupo de soldados penetró el Castillo de Montenor, gritando venir en nombre de la Casa Windsmill. Lord Rembrand y Víctor fueron puestos a salvo en una de las habitaciones de la fortaleza mientras los hombres y mujeres de Landcaster luchaban contra los soldados enemigos. Lo que ocurrió dentro de la habitación es desconocido por muchos. Tan solo se sabe que tras los sucesos, Víctor y el Consejero de la Casa Montenor desaparecieron, dándose por muertos, y Lord Rembrand firmó el traspaso de las tierras del Condado de Montenor a Lord Adkins. El noble enfermizo moriría días después en Ventormenta, siendo atendido por varios médicos de confianza.
Lord Adkins no tardó en expulsar de sus nuevas tierras a los caballeros leales a Rembrand y en dar un nuevo nombre a los núcleos del Condado de Montenor. Tras su presa de posesión, puso en marcha la explotación minera que por falta de conocimientos y recursos, Lord Rembrand había ignorado. Pronto el oro empezó a contentar a La Corona, hecho que benefició la aceptación del traspaso de responsabilidades.
Lord Adkins no tardó en expulsar de sus nuevas tierras a los caballeros leales a Rembrand y en dar un nuevo nombre a los núcleos del Condado de Montenor. Tras su presa de posesión, puso en marcha la explotación minera que por falta de conocimientos y recursos, Lord Rembrand había ignorado. Pronto el oro empezó a contentar a La Corona, hecho que benefició la aceptación del traspaso de responsabilidades.
Capítulo final. El Demonio del Claro
Relato final de la trama, escrito por Éliane a través de los ojos de Inara, para aquél entonces recluta de la Guardia Dorada.