Capítulo I. Los primeros años
Nos remontamos a hace más de doscientos años, cuando Hedric Landcaster fue armado caballero por el Reino de Ventormenta ante sus logros en batalla. Decidió que su escudo de armas sería una rama de trigo oro sobre un campo de pardo, en honor a las posesiones que se le habían ofrecido; una torre y terrenos para cosechar, en Crestagrana. Su primogénito, Anthony, sería escudero de Sir Lann Morgan, heredero del señorío de los Morgan de Crestagrana. El joven Sir Anthony sería conocido por su férrea amistad con este, hecho que le propició un ascenso de estatus a él y a la familia.
Las venideras generaciones de Landcaster no pasaron desapercibidas. Kinsel, hijo heredero de Anthony, fue prometido a su prima para reforzar el poder de la línea central de la Casa Landcaster. Tylleros, hijo de Anthony, y Vyros, su nieto, fueron ambos conocidos por tener grandes séquitos de consejeros y magistrados a su servicio para delegar las dificultosas labores de gestionar el apellido. Las malas lenguas decían que habían sido hechizados, e incluso algunos, con el riesgo de perder la cabeza, afirmaban que eran medio múrlocs, tanto padre como hijo, pues se sabía que tenían los dedos de los pies pegados.
La incapacidad de tener hijos por parte de Vyros Landcaster fue motivo para que la familia se reuniera y proclamara un nuevo heredero. Así ocurrió con Jeedar, primo de Vyros, el cual quiso recuperar el honor de antaño. Con ello en mente, nombró a su sucesor Hedric II con la intención de devolver a la Casa el esplendor y el respeto que había despertado antes de Los Hechizados. Hedric II rehízo la alianza con la familia Morgan, que tomó la Casa Landcaster como vasalla. Con el nacimiento de Alfred, sucesor de Hedric II, la Casa ya había ascendido suficiente en el poder como para tener voz en la Corte de Ventormenta. El mandato de Hedric II fue pacífico. Con la llegada al poder de Alfred, estalló la Primera Guerra y se vieron obligados al exilio.
Los Morgan murieron con la invasión orca. Este hecho implicó que, tras el apoyo militar que Alfred había concedido a La Alianza, fuera recompensado con la Baronía de Villa del Lago y la regencia del título de Protector de la Frontera Norte, ante la amenaza rocanegra.
Las venideras generaciones de Landcaster no pasaron desapercibidas. Kinsel, hijo heredero de Anthony, fue prometido a su prima para reforzar el poder de la línea central de la Casa Landcaster. Tylleros, hijo de Anthony, y Vyros, su nieto, fueron ambos conocidos por tener grandes séquitos de consejeros y magistrados a su servicio para delegar las dificultosas labores de gestionar el apellido. Las malas lenguas decían que habían sido hechizados, e incluso algunos, con el riesgo de perder la cabeza, afirmaban que eran medio múrlocs, tanto padre como hijo, pues se sabía que tenían los dedos de los pies pegados.
La incapacidad de tener hijos por parte de Vyros Landcaster fue motivo para que la familia se reuniera y proclamara un nuevo heredero. Así ocurrió con Jeedar, primo de Vyros, el cual quiso recuperar el honor de antaño. Con ello en mente, nombró a su sucesor Hedric II con la intención de devolver a la Casa el esplendor y el respeto que había despertado antes de Los Hechizados. Hedric II rehízo la alianza con la familia Morgan, que tomó la Casa Landcaster como vasalla. Con el nacimiento de Alfred, sucesor de Hedric II, la Casa ya había ascendido suficiente en el poder como para tener voz en la Corte de Ventormenta. El mandato de Hedric II fue pacífico. Con la llegada al poder de Alfred, estalló la Primera Guerra y se vieron obligados al exilio.
Los Morgan murieron con la invasión orca. Este hecho implicó que, tras el apoyo militar que Alfred había concedido a La Alianza, fuera recompensado con la Baronía de Villa del Lago y la regencia del título de Protector de la Frontera Norte, ante la amenaza rocanegra.
Capítulo II. La ascensión del León
Muelle del Lago Sempiterno, Crestagrana.
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Los años que pasaron en Lordaeron, tanto Alfred como los jóvenes Adkins y Jedkins les permitieron entablar relaciones con la nobleza norteña. La Casa Montenor de Lordaeron les acogió y protegió bajo su regazo hasta que pudieran volver a su tierra natal. Sir Verengor Tarry, Mano del Señor Henrich Montenor, fue un gran aliado y compañero de batalla de Lord Alfred. Tanto fue así que su hija, Ariadne, se prometió a Adkins.
Con la victoria ante la Segunda Guerra por parte de la Alianza Lord Alfred recuperó sus tierras y fue armado Barón de Villa del Lago. Además, se le concedió el honor de incluir en su estandarte los actuales leones. La primera versión incluía la rama de trigo, pero poco a poco y con la progresiva militarización de la Casa cayó en desuso, y se recurrió a los leones en solitario. Poco después se celebró la boda de Ariadne y Adkins, en la misma baronía. La mujer norteña se quedó en la Villa como la nueva damisela Landcaster, mientras que Sir Verengor y la familia Montenor volvieron a Lordaeron. |
Capítulo III. Decadencia
Los años felices en Crestagrana duraron poco. La Plaga hizo estragos en el norte y con ello empezó la Tercera Guerra. La Casa Montenor se vió obligada a exiliarse y pudo sobrevivir hasta llegar a Ventormenta. Aún así, Sir Verengor murió defendiendo a sus señores de la no-muerte. La Casa Landcaster acogió esta vez a la Casa Montenor y les facilitó la voz en la Corte de Ventormenta. Gracias a ello pudieron establecerse en el Bosque de Elwynn. Es sabido que después de los sucesos la tragedia inundó a los sureños. Lady Ariadne murió de dolor por la caída de su padre en manos de La Plaga; Lord Alfred, más tarde, moriría por causas naturales, quedándose Adkins con la herencia, justo después de la desaparición de Jedkins.
Ariadne en su lecho de muerte, en el Lago Sempiterno.
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Recientemente la Casa Landcaster ha sufrido el golpe más duro de su historia. Con la salida de prisión de Lord Adkins y su absolución la Casa Landcaster limpió su nombre y volvió a ganar prestigio y riqueza en cuestión de meses. Adkins decidió reparar la fortaleza de Petravista, en Crestagrana, como baluarte protector de La Frontera Norte. El coste de las reparaciones fue tal que la Casa cayó en bancarrota. Lord Adkins desapareció poco después, quedándose Mance Lancaster como regente de la Baronía hasta su vuelta. Por motivos desconocidos, Mance delegó el poder hacia su hijo Lancel y también desapareció. Lancel inauguró una política extremadamente despótica y cruel que colocó a la Corona en su contra. Asesinó a gran parte de su séquito y violó todas las mujeres que restaban en él. Una partida de soldados de Ventormenta asaltaron la mansión Landcaster para arrancar del poder a Lancel el Loco. Jesabela Rocarena fue quien ejecutó al tirano en su misma cámara tras acabar con los guardias que aún le eran fieles.
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Con este episodio de terror el apellido quedó olvidado durante un tiempo. La mansión y la Baronía fueron puestas en subasta y compradas por una misteriosa familia, Los Veniant. Actualmente corre el rumor de que el fantasma de Lancel aún vaga por la zona.
Respecto a Adkins, se le dio por muerto durante mucho tiempo, hasta que se presentó a la Corte de Ventormenta para denunciar los hechos que se cernían sobre su apellido, alegando que había sido secuestrado durante su ruta naval hacia Pandaria, en busca de una nueva fuente de financiación para recuperarse de la deuda que arrastraba la Casa. Poco después se celebró un juicio para determinar la veracidad de sus palabras, siendo recluido en el Castillo de Ventormenta durante el proceso. El jurado dictaminó que Adkins era inocente de los cargos de traición y deserción y se aceptó su versión de los hechos, recuperando así la legitimidad de su apellido, pero fue imputado por mala gestión de la Baronía, al elegir un regente incapaz, y como consecuencia fue castigado a pagar una alta suma de oro que no podía asumir. Ante la imposibilidad de pagar sería encarcelado de por vida.
Por suerte, Lord Adkins tenía amigos en la Corte con los que no contaba. Lord Rembrand Montenor, hijo de Henrich Montenor, había conocido a los gemelos y luchado junto a ellos durante la Segunda Guerra, además de haber asistido a la boda en Crestagrana de Adkins y Ariadne, con la que tenía amistad. Se había convertido en Conde de una región apartada del Bosque de Elwynn después de heredar las tierras que fueron ofrecidas a su padre gracias a la ayuda de la Casa Landcaster, anexionadas a las de otra casa menor, la Casa Vernolde, también exiliados de Lordaeron. Con la unión de ambas zonas, formalizada a través de la boda entre Lord Rembrand Montenor y Lady Cristhine Vernolde, se fundó el Condado de Montenor.
Así pues, Lord Rembrand efectuó el pago de la fianza de Lord Adkins y le ofreció cobijo en su Condado, con la intención de que su antiguo aliado gestionara las tierras que él, en su enfermedad, no podía atender.
Respecto a Adkins, se le dio por muerto durante mucho tiempo, hasta que se presentó a la Corte de Ventormenta para denunciar los hechos que se cernían sobre su apellido, alegando que había sido secuestrado durante su ruta naval hacia Pandaria, en busca de una nueva fuente de financiación para recuperarse de la deuda que arrastraba la Casa. Poco después se celebró un juicio para determinar la veracidad de sus palabras, siendo recluido en el Castillo de Ventormenta durante el proceso. El jurado dictaminó que Adkins era inocente de los cargos de traición y deserción y se aceptó su versión de los hechos, recuperando así la legitimidad de su apellido, pero fue imputado por mala gestión de la Baronía, al elegir un regente incapaz, y como consecuencia fue castigado a pagar una alta suma de oro que no podía asumir. Ante la imposibilidad de pagar sería encarcelado de por vida.
Por suerte, Lord Adkins tenía amigos en la Corte con los que no contaba. Lord Rembrand Montenor, hijo de Henrich Montenor, había conocido a los gemelos y luchado junto a ellos durante la Segunda Guerra, además de haber asistido a la boda en Crestagrana de Adkins y Ariadne, con la que tenía amistad. Se había convertido en Conde de una región apartada del Bosque de Elwynn después de heredar las tierras que fueron ofrecidas a su padre gracias a la ayuda de la Casa Landcaster, anexionadas a las de otra casa menor, la Casa Vernolde, también exiliados de Lordaeron. Con la unión de ambas zonas, formalizada a través de la boda entre Lord Rembrand Montenor y Lady Cristhine Vernolde, se fundó el Condado de Montenor.
Así pues, Lord Rembrand efectuó el pago de la fianza de Lord Adkins y le ofreció cobijo en su Condado, con la intención de que su antiguo aliado gestionara las tierras que él, en su enfermedad, no podía atender.
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